30 Outubro 2012

Asesinan a comunicador en Michoacán

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El lunes 5 de julio a las nueve de la noche el periodista Hugo Alfredo Olivera Cartas recibió una llamada a su celular, colgó y comentó en la redacción del periódico El Día de Michoacán que saldría porque una de sus fuentes le daría información. Poco más de cinco horas después fue encontrado muerto.
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El lunes 5 de julio a las nueve de la noche el periodista Hugo Alfredo Olivera Cartas recibió una llamada a su celular, colgó y comentó en la redacción del periódico El Día de Michoacán que saldría porque una de sus fuentes le daría información. Poco más de cinco horas después fue encontrado muerto. Era reportero y fotógrafo en Apatzingán, un municipio ubicado en una de las regiones en donde el narcotráfico, utilizando el miedo, ha sometido a las autoridades y a la población, por ser importante zona para la siembra de marihuana y el trasiego de drogas. Las autoridades aseguran que la organización criminales La Familia domina ese lugar. A Olivera Cartas le dispararon en tres ocasiones debajo del oído izquierdo, con un arma aparentemente calibre .32, de acuerdo con el reporte policiaco que se integró a la averiguación previa de la Procuraduría de Justicia del estado. No lo golpearon, pero “tenía señales de haber sido esposado, aunque no fueron localizados los grilletes”. Lo encontraron a las 2:30 de la madrugada. Su cuerpo lo abandonaron dentro de su propia camioneta Ford tipo Pick-Up 2004, color gris, con placas HA-85-093, del estado de Guerrero, estaba parada a un costado del campo de tiro que se ubica sobre una brecha que comunica Apatzingán con el municipio de Buenavista Tomatlán, cerca del Rancho Galeana, propiedad del ex-gobernador Cuauhtemoc Cárdenas Solórzano. El reportero se enfocaba a la cobertura de temas sobre seguridad y justicia. Había colaborado con diferentes medios de comunicación, pero en estos momentos –de acuerdo con su familia--, trabajaba como corresponsal del diario La Voz de Michoacán y Cadena 3 Noticias, para las agencias Quadratín y Esquema, para los que enviaba notas, fotografías y video, y también era editor en el periódico El Día de Michoacán, del que su padre es el dueño. Estaba por lanzar una agencia especializada en temas policiales denominada ADN. Michoacán, junto con el estado de Guerrero, es de los lugares donde más periodistas han sido asesinados en los últimos años, y donde las autoridades no han resuelto uno sólo de estos casos. Sólo en estos ocho meses dos periodistas han desaparecido: María Esther Aguilar Casimbe y Ramón Angeles Zalapa, ambos del periódico Cambio de Michoacán corresponsales en los municipios michoacanos de Zamora y Paracho, respectivamente. Hugo Olivera tenía 27 años de edad, era casado y tenía dos hijos. Sus familiares aseguraron que nunca había recibido amenazas directas. Sus publicaciones, de acuerdo a sus compañeros, eran un registro sobre los hechos violentos que ocurrían cada día en la región, no se dedicaba a investigar. Algunos reporteros aseguran que era una persona muy amable, en ocasiones obtenía datos adicionales y a veces se exponía mucho en sus coberturas, como cuando se trataba de balaceras, por ejemplo. Alguna vez comentó a sus compañeros que entre sus amigos estaba un general y varios militares, por lo que sentía cierta protección. David Olivera, su padre, además de ser el dueño del diario trabaja como delegado de Protección Civil en Apatzingán. Algunos de los reporteros coincidieron en que era “una gran persona”, pero otros comentaron que sus relaciones con autoridades eran poco claras y podría servir “a algunos intereses”. Ataque directo, antecedente Cinco meses atrás Olivera Cartas acudió a las oficinas regionales de la Comisión Estatal de Derechos Humanos a presentar una queja, que quedó con el número CEDH/MICH/1/023/02/10-DI, porque el 18 de febrero de 2010, alrededor de las 19:00 horas, sostuvo el reportero, fue golpeado y amenazado por presuntos policías federales cuando fue a cubrir un enfrentamiento entre los agentes y “ciudadanos” de la localidad de Chiquihuitillo. Así lo relató, de acuerdo a lo que se publicó en esa ocasión en El Día de Michoacán: “Al momento del reporte me encontraba en las instalaciones del 51 Batallón de Infantería e inmediatamente salí tras los soldados, que también acudían al lugar del enfrentamiento en apoyo de la fuerza federal. Al llegar a la desviación que conduce a la comunidad de Chiquihuitillo, sobre la carretera Apatzingán-Cuatro Caminos, el mando militar me pidió que esperara el segundo convoy para ellos cerciorarse antes que había seguridad en el área y que podíamos entrar al lugar de los hechos para realizar nuestra labor informativa. “Minutos después pasó un convoy de la Policía Federal, las últimas dos camionetas de dicho convoy se detuvieron, siendo una de ellas la número 10858, se regresaron hasta donde me encontraba estacionado, luego los elementos cortaron cartucho, me apuntaron y ordenaron que me hincara, que pusiera mis manos en mi nuca, no omito señalar que traía puesta una playera del periódico para el cual trabajo, misma que en la parte de la espalda trae la leyenda de Prensa, al igual que el vehículo en que me transportaba. Después de que me tuvieron con las manos en la nuca e hincado, llegó un policía federal y me pateó la espalda hasta que me tiro al suelo y ahí me empezaron a golpear entre dos policías, luego llegaron elementos del Ejército Mexicano y como me conocen les pidieron que me dejaran, para después rescatarme de los policías federales que me golpeaban y finalmente me pusieron a salvo”. La Comisión Estatal informó que era incompetente y turnó el expediente a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Primeras investigaciones del crimen La procuraduría inició la averiguación previa 29/2010 en la Agencia especializada en homicidios, a donde acudieron a declarar algunos familiares y compañeros de Olivera Cartas, quienes explicaron que aparentemente el periodista salió a cubrir la nota de un suicidio y fue seguido por un grupo de personas. Ninguno de sus allegados pudo establecer contacto con él y supieron que había pasado cuando las autoridades llamaron a su casa en la madrugada. En principio, una de las principales líneas de investigación que las autoridades de Michoacán filtraron a los medios de comunicación es que el crimen pudo ser producto de un asalto, porque Olivera Cartas apareció sin su reloj, anillos, celular y su cartera estaba sobre uno de los asientos de la camioneta. Sin embargo, hoy muy temprano las oficinas del periódico El Día de Michoacán, particularmente el área de Olivera Cartas, “fueron saqueadas”, lo mismo que su casa, denunciaron los familiares del reportero ante las autoridades de acuerdo a la averiguación previa. La agencia Quadratín publicó que la familia se trasladó a la sede de la subprocuraduría Regional de Justicia para identificarlo y reclamar el cuerpo. “En ese lapso, que se prolongó por varias horas, fue saqueada la oficina sede del periódico y de la futura agencia especializada en temas policiales. Mencionaron que los intrusos solamente se llevaron discos duros de las computadoras, memorias y algunas unidades centrales de procesamiento (CPU), sin embargo los monitores no fueron tocados ‘como si buscaran algunos archivos’, resaltaron. La formal denuncia se presentará una vez concluidas las pompas fúnebres”, precisó la agencia en una de sus notas difundidas hoy. Por esta razón, periodistas en Michoacán exigieron a las autoridades que investiguen a fondo para descartar todas las hipótesis posibles y conocer las verdaderas razones de su asesinato.

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