30 Outubro 2012
Alcalde Valdez tuvo que ver con la muerte del periodista Alberto Rivera
Habla Tercero Samuel Gonzáles Pinedo, autor intermediario del asesinato. Dice que le pagaron 500 soles para dar golpiza a la víctima, pero a los sicarios "se les pasó la mano" El 21 de abril del 2004, el periodista Alberto Rivera Fernández fue asesinado por dos sujetos desconocidos que irrumpieron en su oficina de Pucallpa. Dos certeros balazos en el pecho acabaron con su vida. Rivera era un duro crítico del alcalde Luis Valdez Villacorta. Precisamente, un día antes de su muerte, Rivera había declarado en el programa 'La ventana indiscreta", que conduce Cecilia Valenzuela, y acusaba a Valdez de ser narcotraficante. Valdez, por cierto, registra investigaciones en la Policía Antinarcóticos por tráfico ilícito de drogas, las cuales nunca han llegado a establecer nada, pese a que, en los días en que asesinaron a Rivera, se descubriera un contenedor de una empresa de Valdez con 500 kilos de cocaína.
En la entrevista que Rivera dio a la televisión, anunció que, si atentaban contra su vida, el responsable sería el alcalde Valdez. E, increíblemente, lo mataron al día siguiente.
Cuando ocurrió el crimen, como era obvio, todos los ojos miraron a Valdez, pero una campaña periodística --al parecer digitada-- hizo creer que el asesinato tenía un móvil pasional. Sin embargo, El Comercio obtuvo la semana pasada el testimonio directo de uno de los cuatro detenidos por este crimen, que echa por tierra dicha hipótesis y pone en serios aprietos al alcalde Luis Valdez Villacorta (comprendido tan solo como testigo en este caso) y a dos de sus principales colaboradores, que en la actualidad también están detenidos, acusados de ser los autores intelectuales del crimen.
A continuación, habla Tercero Samuel Gonzáles Pinedo, sindicado como el autor intermediario del asesinato de Rivera, y cuyas declaraciones son un anticipo de lo que diría a los magistrados que desde hace dos semanas lo juzgan en Pucallpa.
¿Cómo se involucró usted en este hecho?
El periodista Martín Flores es amigo mío desde hace mucho tiempo. Él me estuvo buscando desde el 12 de abril del 2004. El 19 de abril, cuando yo volvía de trabajar, me lo encontré en la calle. Allí me pidió que le hiciera un "trabajito".
¿Qué clase de "trabajito"?
Me dijo que quería pegarle a una persona que se estaba metiendo en su trabajo y chocando con su familia. En ese momento no me dio el nombre de la persona. Me dijo que si podía hacer el trabajo lo buscara al día siguiente en el local de la radio Súper, en donde él tiene un programa. Yo busqué a mi primo Erwin Pérez Pinedo y él me dijo que sí conocía a personas que hacían esos trabajos.
¿Y luego qué pasó?
Al día siguiente me fui con mi primo Erwin Pérez al local de la radio a buscar a Martín Flores. Yo manejaba mi motocar y mi primo iba atrás. Llegamos cerca de la una de la tarde. En la puerta estaba un señor medio calvo, con lentes. Él me preguntó a quién buscaba. Yo le dije que a Martín. Me contestó que allí había dos Martín. 'Uno es el bueno y el otro es el diablo', me dijo. Yo le dije que buscaba a Martín Flores. Y él me contestó: 'Ese es el diablo, el Martín bueno soy yo'. Cuando me vio, Martín Flores salió y junto con él salimos a la calle. Allí le conté que todo estaba arreglado y que ya tenía a la gente. 'Incluso allí estaba uno de ellos', le dije señalándole a mi primo que me esperaba en el motocar. Entonces Martín Flores me dijo que lo esperara frente al Banco de la Nación, que allí me iba a dar los quinientos soles. Fui hasta ese lugar y diez minutos después Flores llegó acompañado por Roy Culqui Saurino. El banco queda entre las calles Tacna y San Martín. Ellos venían de la municipalidad.
¿Qué le dijo Flores?
Flores me volvió a preguntar cuánto iba a costar el trabajo. Le contesté que quinientos soles. Me dijo que me daría mil soles, quinientos en ese momento y el resto después, pero quería que el trabajo se hiciera rápido. Entonces le dije que estaba bien, pero tenía que saber de quién se trataba. Fue allí cuando me dijo: "Se trata del periodista Alberto Rivera Fernández". El mismo Flores me dio la dirección de la casa y de la tienda de vidrios Inversiones Apolo que tenía Rivera en Pucallpa. [En ese lugar el periodista fue asesinado]. Flores me puso la plata en el bolsillo de mi camisa y luego se marchó con Roy Culqui. Testigo de ese encuentro fue mi primo Erwin Pérez, quien esperaba en mi motocar. Yo le di la plata a mi primo y le dije que él se encargara de todo, pues al día siguiente (el 21, día del crimen) yo me iba al monte a trabajar con el Corah. Se trataba solo de darle una golpiza al periodista, por eso es que, antes de despedirme, le dije a mi primo Erwin Pérez que si pasaba algo, si la policía los detenía o descubría, buscara a los periodistas Martín Flores y Roy Culqui, con quienes nos habíamos reunido frente al Banco de la Nación.
¿Cuándo se enteró del crimen?
El día 24 de abril, cuando regresé del monte. Todo el mundo en Pucallpa hablaba del asesinato. Yo me moría de miedo y me metí a mi casa. En horas de la tarde mi primo Erwin Pérez me fue a buscar y me contó todo. Me dijo que él había transportado a los dos sicarios hasta el lugar donde se encontraba el periodista, pero a estos se les pasó la mano y lo habían matado. Me pidió que fuera a ver a Martín Flores para pedirle más plata, pues 'Gatillo' (uno de los dos sicarios que Erwin Pérez había contratado) quería dinero para poder huir.
¿Y entonces qué hizo?
Yo ya no quería meterme en el problema, pero mi primo me insistía. El 7 de mayo llamé por teléfono a Martín Flores, pero no lo ubiqué. Recién pude hacerlo al día siguiente. Flores me citó a la casa de su mamá como a eso de la una y treinta de la tarde. Allí le dije que las personas que habían actuado estaban pidiendo plata para huir. Flores me dijo que conseguiría dinero. 'Pero estos tipos tienen que irse, no quiero problemas', me advirtió. Me pidió que lo llamara en la noche para ver en qué momento me daría el dinero. Cuando lo llamé, me citó para el día siguiente, a las 9 de la mañana, pero esta vez en su casa.
¿Qué pasó allí?
Le dije que los patas querían el dinero para escapar, que los tenían escondidos en diferentes sitios. En ese momento, Flores me hizo una revelación que yo desconocía. Me dijo: 'Por qué tanta exigencia; a esos patas yo ya les he dado mil ochocientos soles el mismo 21 de abril (el día del asesinato) a las nueve de la noche. Tu misma esposa me llamó telefónicamente a las 8:30 de la noche para decirme que estas personas querían.