29 Agosto 2011

La Universidad de La Sabana reabrió sus puertas

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Tras el desbordamiento del Río Bogotá el día 25 de abril de 2011,  las instalaciones de la Universidad de La Sabana se inundaron en un 90%. Tres meses después de la catástrofe natural la Universidad volvió a abrir sus puertas el lunes 25 de julio para retornar a la actividad académica habitual. Pero esto no podría haber sucedido sin la ayuda de toda la comunidad universitaria, familiares y vecinos.

A continuación reproducimos un nota escrita por la decana de la Facultad de Comunicación Adriana Patricia Guzmán de Reyes a propósito de la reapertura de las instalaciones.

Inundados de alegría

La sensación fue casi la misma de cuando tenía diez años y nos íbamos de excursión. La noche anterior preparaba todo, hasta el más mínimo detalle. Luego, apenas dormía pensando que el despertador no sonaría, me quedaría del bus y adiós paseo.

Por supuesto, la levantada fue mucho antes y la salida de casa, mucho después porque el tiempo pasaba lento y lo infaltable de último momento, a la larga siempre cambia los planes.

Pero salimos. Lunes, sin todos los buses de colegio todavía, buen flujo vehicular como milagrosamente ocurre en buena parte del comienzo de semana. Llegada al peaje. Se me había olvidado. Fueron tantos los días en Arrayanes que ya no tenía en mis cuentas esta parada.

Al fin, el arribo al Campus. Fue absolutamente emocionante ver tantos vehículos parqueados, tantos alumnos, tantos profesores, tanta gente linda que ahora vemos más y mejor, aunque de siempre han estado allí; todos, con caras felices.  Sonrisas y palabras amables desde la portería hasta los salones y las oficinas. Y mientras tanto, muchas manos seguían trabajando: unos pulían el piso, otros revisaban los prados, otros daban un toque a las ventanas. Pero todos, inundados de alegría. Y de lágrimas. Hubo quienes detrás de “bambalinas” dejaron salir el llanto.

Y fue sorprendente, ver a las familias. En casi todo un paseo familiar se convirtió el regreso al Campus. No sólo para los “primíparos”, sino para los viejitos. Papá, mamá y hermanos arribaron a la Universidad para encontrarse con gratas sorpresas que a cada paso, nos topamos también quienes tan sólo esperábamos regresar a nuestra casa, pero recibimos mucho más.

Nuestro edificio K, mejor que nunca, ahora con “Punto Café” incluído. Las contingencias llevaron a cambios muy positivos, los ajustes le aumentaron su vistosidad, esos “detalles” que faltaban hace unos meses, ahora están listos. Todo brilla  y más con el entusiasmo de la gente.

Fue gratísimo volver a clase, ver a los estudiantes, oír sus palabras de aliento, de agradecimiento, de ilusión por sacar adelante su carrera. No era sólo mi clase, todos los salones con cupo completo. Además, en nuestro caso, el Ágora repleto con los alumnos nuevos de nuestros dos programas y en la parte externa todos los “primíparos” de la Escuela de Ciencias Económicas.

Recorrer el Campus fue simplemente, emocionante. Todos sus caminos parecían darnos la bienvenida, las paredes nos hablaban de lo que han sido tantos años aquí, los tableros ahora tienen un nuevo brillo y nos referencian el futuro, el Oratorio tan grato nos recibió con la primera misa del retorno; el olor a pintura nos hizo pensar en el aroma del cambio que ha brotado con todos estos meses de tanto trabajo y vicisitudes; el polvo deja ver que hay que gastarse cuando de verdad, hay tantos motivos en el kilómetro 7 al Norte de Bogotá, en donde hoy la consigna es el agradecimiento eterno, especialmente para aquellos que con pocas palabras, pero a manos llenas, han construido este “milagro” para regresar a casa.

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